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Juan Gualberto, el Barbas.

Juan Gualberto, el Barbas.

  - Parece como que hablara usted del año 20, coño.

 - No es eso, Barbas. No hablo de lo que es sino de lo que debería ser.

 - Por eso.

  Allá por el año 20, el Juan Gualberto era un hombre libre, tras un animal libre, sobre una tierra libre. Aún no había subido la munición y el Juan Gualberto compraba cartuchos de pólvora con humo que eran más económicos. por entonces, el Juan Gualberto no había oído hablar del ojeo. Por entonces, para comer peces todavía era necesario mojarse el culo. Pero aquellos tiempos quedan muy lejos.

  - Antaño las perdices se cazaban con las piernas, ¿es cierto esto, jefe, o no es cierto?

  - Cierto, Barbas.

  - Hoy basta con aguardar.

  - Así es.

  - ¿y sabe quién tuvo la culpa de todo?

  - ¿Quién, Barbas?

  - Las máquinas.

  - ¿Las máquinas?

  - Atienda, jefe, las máquinas nos han acostumbrado a tener lo que queremos en el momento en que queremos. Los hombres ya no sabemos aguardar.

  - Puede ser.

  - ¿Puede ser? El hombre de hoy ni espera, ni suda. No sabe aguardar ni sabe sudar. ¿Por qué cree usted que va hoy tanta gente al fútbol ese?

 Extraído de Viejas historias de Castilla la vieja, de Miguel Delibes

2 comentarios

Carla -

en parte las máquinas son buenas, y en otra parte, malas. temas muy complicados como para desarrollar a las 4 de la mañana^^

mil besos:***

Yo -

turururirú...