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Colaboraciones recortadas

La playa

La playa

   Iban los cuatro amigos paseando descalzos por la orilla. La marea había comenzado a subir y de vez en cuando las olas llegaban mortecinas hasta ellos cubriendo sus pies. El sol, casi oculto, recortó a unos metros la silueta de una joven sentada frente al mar que miraba absorta el horizonte. Cuando llegaron junto a ella le preguntaron si podrían alcanzar las dunas caminando por la orilla y qué tiempo tardarían. La chica se puso de pie y con gesto cansado comenzó a explicarles que cuando se encontraran con la desembocadura del río debían bordearlo hasta llegar a un puente a unos cincuenta metros. Mientras hablaba, las olas arrastraron hasta los pies del grupo una botella de vidrio transparente  tapada con un  trozo corcho.

– Hay un papel dentro como en las botellas de los náufragos – advirtió, entre sorprendido y divertido, uno de los amigos- Veamos qué dice.

– Sólo puede ser una petición de ayuda – intervino la chica sin mostrar el menor interés en el asunto.

– Qué difícil debe de ser que la botella de un náufrago llegue a una playa; lo normal es que se pierda en alta mar– dijo otro de los chicos mientras intentaba quitar el tapón hinchado por el agua.

– No – respondió la joven volviendo a perder su mirada en el horizonte–,  lo normal es que el mar la devuelva una y otra vez al náufrago que intenta enviarla.

Blacamán

Barret St. (parte segunda)

   Ambos, artista y arte, cierran fuertemente los ojos; quizás un último intento irracional, pero vital. Tempestad y calma. Un ruido de pasitos cortos y ágiles cada vez más cerca, hace que el músico se asome una vez más a ese mundo ahora silencioso. La mirada que encuentra es de reconocimiento, y de duda, pero está llena de fuerza, de vida en potencia. De arte. Le esta pidiendo permiso, y no duda al contestarle. No duda en regalarle su despedida. Sonríe, mientras ve alejarse a su vieja guitarra, a su compañera en manos de otro. Percibe con ironía el olor a gasolina. Mientras, una nota amiga le acaricia la cara, recordándole que hay cosas que son eternas…

                                                                                                                                              

                                                                                                                 Mustang