Réquiem con tinta roja
Sangre.
Sangre, Sangre.
Toda la habitación olía, sonaba, sabía a sangre.
Todo menos yo que, impasible por fuera, contemplaba silencioso toda esa sangre. Fue como una tormenta de verano tronando en la cabeza, lloviendo sobre el corazón.
Me repetía inútilmente, una y otra vez, que la odiaba, que ella me odiaba, que no volvería a suceder.
- Al menos no con ella - me contesté con una ironía que recordaba a un cementerio. Así, delante de aquel cuerpo ensangrentado cayó la noche, y no recuerdo si también llegó la aurora, roja. Sólo sé que en toda aquella eternidad no logré averiguar si toda la sangre manaba del corazón...
2 comentarios
Él -
WoooOo0oh! -
A ver si durante este mes voy cambiando alguna cosilla de por aqí...
Sed felices!