El pianista
La gente en su calle discutía si era una persona triste, pero eso nunca nadie lo llegó a saber.
Vivía en un cuarto bajo un tejado gris, cada vez menos y peor. No peor por estar triste, sino porque cada vez que lo estaba, se proponía elegir entre saltar desde el tejado gris o escribir, y así escribía y escribía y guardaba sus páginas, de forma que la habitación se llenaba y se iba haciendo menos y menos espaciosa.
La gente nunca llegó a saber si era una persona triste pero lo cierto es que, a veces, mientras escribía, la boca se le curvaba y reía un poco.